Narkosalas en las raves
Por Alberto Esteban (soitu.es):
Finales de julio de 2007 en un matadero abandonado de la periferia de Madrid. Un disjockey pincha música cañera, techno cercano al ‘trance’. Los ‘invitados’ a la ‘rave’ –esas fiestas casi improvisadas, clandestinas, que duran toda la noche y que se convocan en los lugares más insospechados– parecen pasárselo muy bien. Bailan sin parar, hablan y muchos de ellos se drogan. Como en cualquier otra macrodiscoteca, festival o sarao, es la cocaína o el ‘speed’ (anfetamina), junto con los porros y el éxtasis, las sustancias ilegales que más triunfan.
Lo que diferencia a esta rave de otras es que tiene una narcosala. Sí, una narcosala, una pequeña carpa donde los que van a ‘meterse’ alguna droga lo hacen en un ambiente limpio, con materiales de un solo uso y acompañados de personal de Energy Control, una ong que lleva más de una década reduciendo los riesgos y daños que provoca el consumo de sustancias en espacios recreativos.
«Si los consumidores de heroína y cocaína tienen en los poblados marginales sus narcosalas donde pueden acceder a jeringas nuevas y a asistencia ¿por qué no iban a poder hacerlo la gente que consume otras sustancias en entornos recreativos?», se pregunta Eduardo Hidalgo, responsable de esta asociación en Madrid. Según ha podido saber soitu.es, este proyecto de ‘salas de consumo higiénico’ se ha puesto en marcha por primera vez en España y el próximo mes de mayo será presentado en Barcelona en el marco de un encuentro internacional sobre reducción de riesgos.
El fin está claro: en cualquier fiesta nocturna de este tipo hay gente que se va a drogar y es mejor que lo haga en las mejores condiones posibles. «Si además podemos aprovechar para informar sobre los distintos tipos de drogas y los problemas que provoca su consumo, mejor que mejor. Estas narcosalas sólo pretenden velar por la salud y la seguridad de los que consumen», comenta Eduardo, quien reconoce que también sirve de punto de referencia en caso de algún mal rollo o intoxicación.
En la carpa hay unas pequeñas mesitas redondas con ‘turulos’ –los tubitos usados para esnifar cocaína o anfetamina– de un solo uso, personales e intransferibles, para evitar el contagio de virus como la hepatitis. Es una de las reglas, el ‘turulo’ no se comparte. Al lado, botecitos de suero salino destinados a mantener higiénicas las fosas nasales. La ‘farlopa’ o el ‘speed’ machacan la nariz, corroen las fosas y pueden llegar a crear ulceraciones, sangrados o taponamientos. Panfletos informativos, preservativos y un espacio decente donde estar. «Las drogas son ilegales y los consumidores recreativos –explica Eduardo Hidalgo– suelen verse obligados a administrarse sus drogas de forma precipitada y en lugares discretos pero muchas veces insalubres, como urinarios públicos, cajeros automáticos, rincones apartados… superficies sucias e infectas donde es muy fácil estar en contacto con bacterias y hongos».
Para los participantes en la ‘rave’ del matadero es un sitio «enrollado» donde meterse un ‘tiro’ de cocaína; para Energy Control, un espacio de acogida y contacto, «de intervención sanitaria y educación para la salud».
Esta estrategia, según sus promotores, se fundamenta en las políticas de reducción de daños que se practican desde hace un par de décadas y que ahora están empezando a ser avaladas por gobiernos y por el Observatorio Europeo de las Drogas. En España, la Comunidad de Madrid abrió en el año 2000 una narcosala en el poblado de Las Barranquillas. El intercambio de jeringuillas en prisiones y poblados marginales, la creación de espacios chill-out donde desconectar y ‘bajar’ el ritmo frenético de los bailes electrónicos, el análisis de pastillas de éxtasis en festivales para conocer su composición, la formación del personal de seguridad de las macrodiscotecas para realizar primeros auxilios en caso de sobredosis o intoxicación, las narcosalas oficiales… y ahora las narcosalas en las ‘raves’.
Nota del admin: Creo que sería necesario añadir a este artículo que el MDMA también corroe las fosas. Es preferible injerir la sustancia envuelta en algo soluble (como papel de liar o bien esas píldoras que venden vacías (y llenas, por supuesto, pero de medicamentos) en las farmacias.
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